Aquí
teneis en versión "online" el artículo que es un poco el eje de nuestro
"EMBRYO" número 8 y que merecía una puesta a punto en blog para que
todos podáis disfrutarla. Es el sincero homenaje de Pádraig Ó Méalóid a Steve Moore, mentor y amigo de Alan. Traducido con autorización del propio autor, en esta edición online podréis disfrutarla en versión remasterizada, con nuevas fotos y los enlaces activos.
Stephen James
Moore nació el 11 de junio de 1949 a las 2:00pm en Shooters Hill, al sur de
Londres. En la misma casa de la colina en la que vivió toda su vida, y en la que
murió el 16 de marzo de 2014. Dentro de ese periodo produjo una ingente
cantidad de material de alta calidad, la mayoría escrito en esa misma casa. Era
un hombre que valoraba mucho su privacidad, pero su vida y la mía se cruzaron
de varias formas en sus últimos años y aprendí mucho sobre él en ese breve
periodo.
Pero
en realidad ya estaba muy al loro del enorme trabajo de Steve Moore antes de
eso. Había leído de forma algo inconexa su material para 2000 AD, donde
escribió muchas historias cortas de gran ingenio, pero probablemente no exagero
si digo que “Warrior”, revista de la que él fue un componente vital tanto
delante como detrás del escenario, cambió mi vida. Sin embargo, probablemente
había estado leyendo todo su trabajo sin acreditar en los cómics británicos
durante muchos años antes de eso, y sin saberlo.
Tras
dejar la escuela a los 16, Steve pasó un año y medio trabajando en el
laboratorio de una fábrica de moler harina, justo antes de comenzar como
aprendiz en las oficinas de Odham Press en el 64 de Long Acre, el primero de
mayo de 1967. En tres meses fue ascendido a sub-editor junior de “Pow!” y
“Fantastic”. La primera historia que vendió de forma profesional fue una de
tres páginas para “Pow” llamada “The House in the Haunted Swamp” que apareció
en el número 45 del magazine, a finales de 1967 cuando yo estaba a punto de
cumplir ocho años y sin duda era lector de “Pow!” o comics por el estilo.
Después comenzó a hacer trabajo editorial y a escribir historias para varios
cómics de UK, entre ellos “Whizzer & Chips”, “Valiant” y “Cor!!” con sus
dos signos de exclamación. Poco a poco, en 1972, comenzó a abandonar la
seguridad del empleo a jornada completa para convertirse en escritor
“freelance”, en una carrera que recorrió durante cuarenta años a partir de
entonces.
Sin
embargo, antes de todo esto él se había mantenido muy ocupado en el “fandom”
británico de la ciencia-ficción y el cómic, asistiendo a reuniones de fans de
la “sci-fi” en Londres cuando era un adolescente, y conociendo allí a
escritores como Michael Moorcock, John Brunner, Kenneth Bulmer y E.C Tubb;
además de dar sus primeros pasos en la publicación de “fanzines” a través de
una muy primitiva tecnología de imprenta. Después de la “Worldcon” de Londres
de 1965 se involucró en el “fandom” comiquero y en julio de 1967 publicó
“Ka-Pow”, el primer fanzine de cómics británico –aunque el auténtico “primer
fanzine” de cómics a este lado del atlántico fue “Merry Marvel Fanzine”,
publicado por el irlandés Tony Roche, que vivía en Dun Laoghaire, un suburbio
de Dublin que había visto tiempos mejores y en el que yo también vivía, pero tenía
7 años y era totalmente ignorante de que se estaba haciendo historia justo a mi
lado-. A este le siguieron muchos “fanzines”, y muchos contactos con todo tipo
de personas que después se harían importantes en los comics de UK y más allá.
En agosto de 1968
Steve Moore organizó junto a Phil Clarke y Kay Hawkins –la novia de Clarke de
entonces- la Comicon ´68, la primera convención de cómics británica, celebrada
en el Hotel Midland de Birmingham. La multitud asistente se redujo a menos de
cincuenta personas, pero estas incluían a artistas de cómic como Paul Neary,
Mike Higgs y Jim Baikie. También Nick Landau y Mike Lake, que después fundarían
Titan Distribution, abrirían las tiendas “Forbidden Planet” de Londres y
publicarían reediciones de tebeos en blanco y negro a través de “Titan Books”.
También apareció, aunque no se incluyera en la lista de miembros, Derek Stokes
–universalmente conocido como Bram- que después abriría la legendaria tienda de
libros y lugar de encuentro de la contracultura “Dark They Were and Golden Eyed”.
Un nombre más de esa lista de miembros aunque solo en calidad de apoyo y no de
organizador, fue el de un quinceañero llamado Alan Moore, del cual hablaremos
más adelante. Hubo una segunda convención de cómics en 1969, llamada de forma
obvia “Comicon ´69”, en la que Steve también formó parte del comité
organizador. Tras esto, se dio cuenta de que lo de las convenciones no era lo
suyo –ni como administrador ni como asistente- y se convirtió en un recluso
confeso, al menos en lo que se refería a aparecer en eventos relacionados con
el cómic o la “sci-fi”. Pero algunos de los asistentes a esa segunda convención
fueron Alan Moore, Steve Parkhouse, Barry (Windsor) Smith y Bob Rickard, del
cual también volveremos a oír hablar luego.
Derek
“Bram’ Stokes” abrió “Dark They Were and Golden Eyed” –en 1970- en Bedfordbury,
justo al lado del Covent Garden y poco después, 1977, el escritor de fantasía
Stan Nicholls fundó “Bookends” en Notting Hill. Cuando Steve Moore se convirtió
en “freelance” en 1972 le propusieron ser socio de “Bookends”, y tras decirle
adiós a 500 libras se convirtió co-propietario de una tienda de libros de
ciencia ficción, que también incluía una habitación en el sótano llena de
cómics; Allí podría escribir entre cliente y cliente. Alguno de estos tebeos
fueron encargados por un editor llamado John Barraclough que acababa de lanzar
una revista llamada “Target” y que incluyó cómics de Steve como el thriller de
terror en cuatro partes “The Curse of the Faceless Man”, además de una tira de
espada y brujería llamada “Orek the Outlander”, y también material seriado en
prosa de todo tipo de géneros, incluyendo “The Horror in the Churchyard” y “The
Scourge of Planet X”.
Por
aquella época Barraclough también suministraba historias de Tarzan a una compañía
de comics sueca, así que Steve no tardó en participar. También realizó algunas
series para “Mirabelle”, el tebeo para chicas de IPC que ni siquiera llegó a
ver en la versión publicada, porque IPC no mandaba copias a sus autores, y le
avergonzaba demasiado ir a comprarlas él mismo. Todo parecía ir viento en popa,
pero al final resultó que todo era demasiado bueno para ser cierto. El Comité
Anti-Publicaciones Obscenas atacó “Bookends” a finales de 1973, y por si fuera
poco la tienda acabó entre la espada y la pared, con una deuda de 5.000 libras,
que el propio Steve Moore tuvo que acabar cubriendo casi al completo. Stan
Nicholls, por su parte, acabó en “Dark They Were and Golden Eyed”, así que al
menos su amistad duró durante un tiempo. Hasta que Nichols se trasladó a la
tienda “Forbidden Planet” de Landau y Lake.
Mientras
tanto, en otra parte de su biografía, Bob Rickard, al que había conocido a
través de varias actividades de fans en 1968, se encontraba a punto de cambiar
la vida de Steve Moore para siempre. Rickard se enteró de que el cine Odeon de
Birmingham proyectaba películas chinas a la una de la madrugada, para que los
trabajadores de los restaurantes chinos pudieran ir a verlas después del
trabajo. Bob llevó a Steve a ver una película llamada “The Sword”,
protagonizada por Wang Yu y se quedó enganchado al instante. Así fue como Steve
comenzó a ver tantas películas producidas en Hong Kong y Taiwan como le fue
posible, para al final escribir sobre ellas y la cultura china en general.
Pasaba mucho tiempo de ocio a primeros y mediados de los años 70 merodeando por
clubs de cine orientales en el área china de Gerrard Street en Londres y aun
conservaba muchos de los fotogramas y posters que conseguía del
personal de esos
cines. Todo esto le llevo al I-Ching, una de sus principales fuentes de
estudio, lo que hizo que escribiera el ensayo “The Trigrams Of Han”, publicado
por HarperCollins en 1989 y que, digámoslo así, fue altamente apreciado por sus
colegas de estudios pero no recaudó ni un penique. También se unió a la
sociedad del I-Ching de Londres, más por sus panfletos que por sus reuniones y
casi enseguida se dedicó a producir su propia publicación “The Oracle”. Todo
esto culminó cuando se unió a la “Royal Asiatic Society” y cuando participó
extensamente en “I Ching: An Annotated Bibliography”, un exhaustivo análisis de
350 páginas sobre este tema, publicado en 2000 por Routledge; pero continuó
contribuyendo a muchos análisis y debates en este campo justo hasta nuestros
días.
Otra
consecuencia de su Amistad con Bob Rickard fue formar parte del “Fortean Times”
(antes llamado “The News”), para el que recuperó viejos cuentos, escribió sobre
el fenómeno oriental y pronto se convirtió en editor adjunto, reseñista y
ayudante al que a veces incluso se le pagaba. Debido a su larga relación de
amistad con Bram Stokes, la gente del Fortean Times comenzó a reunirse en una
habitación justo encima de su tienda,
hasta el cierre en 1981.
Sin
embargo, más de cuarenta años después del comienzo de aquello, el seguía
reuniéndose con el resto de los ayudantes del FT, aun intentando poner orden en
todos los textos que habían recibido y manteniendo el contacto. Durante esos cuarenta
años trabajó como editor, indexador y colaborador en una gran cantidad de
libros sobre el magazine, incluyendo seis volúmenes de estudios sobre
“Fortean…”, trece volúmenes recopilatorios de la revista y varias compilaciones
de recortes, con títulos como “Fortean Times Book of Inept Crime” y “Fortean
Times Book of Strange Deaths” (publicado en America como “The Comedian Who
Choked to Death on a Pie and the Man Who Quit Smoking at 116: A Collection of
Incredible Lives and Unbelievable Deaths”). Otra de las piezas que produjo para
ellos iba a tener una profunda influencia en mi vida, pero llegaré a eso un
poco más tarde.
Mientras
tanto seguía escribiendo cómics, justo igual que cuando lo dejamos a mediados
de los setenta, pero ahora desde la comodidad de su propia casa, en la que
trabajaría siempre desde entonces. Desde que trabajó con el editor Dez Skinn en
su etapa en Odhams/IPC/Fleetway (en la cual hubo muchas fusiones y cambios de
nombre, tanto de la compañía como de los tebeos que publicaban) volvieron a
trabajar juntos en varios títulos de otras compañías, como “House of Hammer”
(1976), “Starburst” (1977), “Hulk Comic” (1979), y “Dr Who Weekly” (1979).
También acabó escribiendo casi todos los contenidos de los tebeos y anuales de
complemento de series famosas, publicados por John
Barraclough en “Brown”
o por Watson/Grandreams Ltd, comenzando con el Anual de “Kung Du” en 1974; y
escribiendo un total de 69 durante los siguientes trece años. En un año elegido
al azar -1979, por ejemplo- escribió material para anuales de “Dick Turpin”,
“Fantastic Four”, “Hulk”, “Sherlock Homes & Dr Watson”, “Spider-Man”, “Star
Trek – The Motion Picture” y “Young
Maverick”. Si eres de este lado del Atlántico y tienes un cierto rango de edad,
es muy posible que leyeras “Anuales” de Navidad salidos de su pluma.
Aparte
de todo esto también trabajaba unos pocos días a la semana en “Dark They Were
and Golden Eyed” escribía para “Fortean Times” e incluso escribió para revistas
masculinas, incluyendo un relato para “Tidbits” que, supuestamente, era una
historia real de “Mis aventuras sexuales
en Bangkok”, la cual era por supuesto totalmente ficticia, dado que lo más
al este que él había viajado era a Dover. Este relato iba a ser publicado bajo
el pseudónimo recientemente diseñado de Pedro Henry, pero algún duendecillo de
la editorial filtró su verdadero nombre, para su vergüenza. Pero Pedro
sobreviviría para luchar otro día.
Mientras ocurría
todo esto, se avecinaban cambios en los cómics británicos. En febrero de 1977
IPC Magazines lanzó “2000 AD”, uno de los poquísimos cómics de UK que sigue
publicándose actualmente. La primera historia de Steve Moore para “2000 AD” fue
para el Prog 12 (o sea, el número 12) con la primera entrega –de 12- de las
aventuras de Dan Dare, el 14 de mayo de 1977. El continuaría escribiendo por
épocas para este cómic durante treinta años, acabando en el “Prog 1458”, el 28
de septiembre de 2005. En el “Prog 25” había escrito la que fue la primera
historia de los “Future Shocks” de Tharg, que se convertiría en un título
aglutinador de historias muy breves que vería publicados trabajos de gente tan
diversa como Neil Gaiman, Peter Milligan o Alan Moore.
Alan
Moore, el cual es famoso por no tener relación familiar con Steve Moore, había
conocido a su tocayo a través de las páginas del fanzine de Phil Clarke “The
Comic Fan”, a mediados de 1967, gracias a un anuncio de Steve en el que buscaba
un libro llamado “Dead or Alive”, el cual era una novelización de “Los
Vengadores” (la serie británica, no el cómic americano). Al final resultó que
ese libro nunca se había publicado. Steve comentó al respecto:
“Así que toda
nuestra amistad se cimentó básicamente en la búsqueda un libro quimérico e
inexistente… el cual es un tema recurrente en nuestra obra. De hecho en la mía
es tan reciente como para aparecer en “Somnium” [NOTA DE EMBRYO: La última novela publicada de Steve Moore]. No es un mal símbolo para los escritores, de
hecho, dado que nuestro trabajo es traer a la luz libros que no existen,
escribiéndolos. Pero quizás aun más interesante, debido a nuestras más
recientes nociones sobre el Idea Espacio, es como nos unió la idea de un texto,
en lugar de un texto real. Puedes darle a eso el significado que quieras, o
quizás era simplemente el universo echándose unas risas”
No
tardó en desarrollarse una relación por correspondencia entre un Alan de
catorce años y el Steve de dieciocho, lo que propició que Alan se convirtiera
uno de los amigos más cercanos de Steve, junto a Bob Rickard. De hecho Steve es
el hombre al que Alan culpa de llevarle por “el
mal camino” en más de un sentido, aunque Steve discrepó cuando le pregunté
al respecto…
PÓM: Tengo esta especie de idea romántica en mi cabeza,
en la que Alan es el salvaje, que te lleva por el mal camino mientras que tu
eras el más tranquilo, y eras arrastrado a todo tipo de problemas por amistad.
Pero esto es totalmente falso, ¿Verdad? Estoy hablando de comics, drogas y
magia. Tú eras literalmente el que le llevó por el mal camino a él.
SM:
Bueno, me encantaría presentarme a mi
mismo como a un malvado Svengali que le echó un vistazo a Alan y se dio cuenta
de que había encontrado a un individuo de apariencia chocante, pero maleable,
con el cual podía pasar años de placer destruyendo poco a poco, pero no fue así
en realidad… ¡Incluso aunque él haya dicho públicamente que yo fui el hombre
que le arruinó la vida! Yo simplemente tonteaba con todas estas cosas; escribir
comics, fumar drogas, practicar magia y renunciar a cualquier tipo de decoro. Y
lo siguiente que ocurre es que Alan, al ver que no he muerto en el proceso
decide hacer lo mismo… solo que durante mucho más tiempo. En serio, no es mi
culpa. Además él nunca me ha hecho caso siempre. Nunca conseguí engancharle a
China, o a la música clásica, del mismo modo que yo en realidad nunca compartí
su interés por la ciencia o por los monólogos de comedia. Simplemente
compartíamos algunas áreas de interés y teníamos un enorme respeto mutuo por
las que no lo eran. E incluso en esas conseguíamos influir un poco de vez en
cuando.
Los
dos “Moores” estaban interesados en
trabajar en el mundo de los comics y ambos intentaron colar su material a su
manera. Alan consiguió publicar su propio trabajo en la revista de música
“Sounds” en 1979, donde Steve posteriormente escribiría guiones de la tira “The
Stars My Degradation”, que el joven Alan dibujaba; y después llegaría “2000 AD”
y sus “Future Shocks”. Steve, mientras tanto, asistió a la planificación de una
nueva revista a primeros de los ochenta llamada “Warrior”, en la que el editor
Dez Skinn prometía a los creadores los derechos de autor, y sugirió que su
amigo Alan podría echar una mano en relanzar al superhéroe de U.K., Marvelman
para esta publicación.
La gran mayoría
de los guiones de “Warrior” fueron escritos por los dos Moores, con el mayor de ellos contribuyendo con tebeos como “The
Legend of Prester John”, “Father Shandor”, “Demon Stalker”, y “Laser Eraser and
Pressbutton”. Más adelante llegaría “Twilight World” y las maravillosas historias
de “Zirk”, además de muchas otras piezas breves, algunas de ellas con su
resucitado seudónimo de Pedro Henry. Esto llevaría con el tiempo a que los dos Moores escribieran comics para el
mercado americano, dado que el “Laser Eraser and Pressbutton” de Steve
aparecería en la serie que Eclipse dedicó a Axel Pressbutton.
Otras
de sus contribuciones incluyen la de otra ambiciosa antología de cómics
británicos, “Atomeka Press´s Al”, incluyendo un artículo sobre “Fortean Times”
en la segunda entrega de “…A1” de enero
de 1990, la cual yo leí y me hizo buscar ese magazine que, junto a “The
Vanishing Hitchhiker” de Harold Brunvand, fue responsable en cambiar mi visión
del mundo de forma fundamental. No es ninguna exageración decir que gran parte
de mi forma de ser actual fue provocada por mi lectura de ese artículo en “A1
#2”, y por Steve Moore.
Pero
Steve se retiró pronto de los cómics, y esto ocurrió cuando estaba fuertemente
involucrado con el “Fortean Times”, como mencionamos arriba. Volvió a los
tebeos para escribir para el sello America´s Best Comics de Alan Moore,
contribuyendo en “Tom Strong”, “Tom Strong’s Terrific Tales” y “America’s Best
Comics: A to Z”. Su último trabajo para el medio sería escribir dos mini-series
de cinco números para Radical Comics, “Hercules: The Thracian Wars” y “Hercules:
The Knives of Kush”, en las cuales está basada la película "Hercules: The
Thracian Wars”, de próximo estreno.
Sin embargo él ya
había terminado con los cómics a mediados del nuevo milenio; y este retiro vino
provocado ante todo para poder cuidar de su hermano Chris, que sufría de una
enfermedad motora del cerebro. Chris Moore murió en 2009, tras una vida notable
en su propio campo de elección –como está documentado en este homenaje de Alan
Moore [NOTA DE EMBRYO: Aquí Padraig enlaza a un archivo de Word que
contiene el texto citado sobre Chris y que podéis descargar gratis en este enlace] y entonces su hermano Steve tuvo
tiempo para escribir su primera novela, “Somnium: A Fantastic Romance”. Fue
publicada por Strange Attractor Press en asociación con su propia Somnium Press
en noviembre de 2011, y en este punto mis propias y ocasionales interacciones
con Steve Moore pasaron de ser virtuales a personales.
Me
enviaron una copia del libro para reseñar –Probablemente después de que yo
escribiera esta pieza sobre el libro [NOTA
DE EMBRYO: Aquí tenéis un enlace a la
misma] – y de la nada también
apareció un e-mail de Steve Moore dándome las gracias por el texto y
proponiendo la posibilidad de entrevistarle sobre ello. Tras reponerme de mi genuino
“shock” por recibir correo de una persona que supuse que siempre iba a estar
fuera de mi alcance, le dije que lo haría. Y así llegamos a esta entrevista
publicada en una fecha tan agradable y mágica como 11 de septiembre de 2011.
Había
otro aspecto de su vida que Steve se tomaba muy en serio, y que compartía con
su amigo Alan: la magia. Una vez más este era un campo en el que el Moore más
viejo había dado el primer paso, aunque el más joven de los dos es el que más
notoriedad ha alcanzado practicándolo. Ambos tenía una deidad de su elección:
la diosa de la luna Selene en el caso de Steve y el dios-serpiente Glycon en el
de Alan. Los dos fundaron juntos el “Moon and Serpent Grand Egyptian Theatre of
Marvels” que en un principio era un aquelarre solo para dos, pero que pronto
incluiría a muchos amigos comunes.
Ellos
redactaron las reglas básicas de este grupo en el número 14 de “Kaos” en julio
de 2002, y yo las publiqué de nuevo en mi propio blog “Glycon”. A pesar de las
jocosas palabras allí incluidas, aquello era algo que ambos se tomaron muy en
serio. Uno de los frutos de todo esto sería el “Unearthing” de Alan Moore. Un
ensayo de 45 páginas para el libro "London: City of Disappearances”,
editado por Iain Sinclair, y por el cual también pregunté a Steve en 2011:
PÓM: Eres un ermitaño de leyenda.
¿Como te sentiste con respecto al “Unearthing” de Alan, que es en esencia una
biografía que lo cuenta todo sobre ti? ¿O esta exagerada esa reputación tuya de
recluso?
SM: ¡La reclusión es relativa! Prefiero pensar en mí como alguien celoso de
su privacidad. Me gusta quedar con mis amigos y salir por ahí (aunque dado el
estado actual de la cultura del siglo 21, debo decir que no hay realmente
muchas razones por las que salir, a no ser que sea a una cena)… pero no me
gusta hacer apariciones públicas, y no estoy interesado en la fama o en la
reputación. Solo quiero escribir. No tengo el más mínimo interés en jugar a ser
“un escritor famoso” y no me gustan los eventos ni las convenciones, así que
nadie me ve demasiado por ahí. Eso es lo que más me conviene.
En cualquier caso,
sobre “Unearthing”… A Alan le pidieron que contribuyera con una pieza para la
antología de Iain Sinclair “London: City of Disappearances” y en realidad la
única parte de Londres de la que él sabía algo era Shooters Hill, que es donde
vivo y recibo sus visitas. Entonces decidió, por razones que solo él conoce
bien, que también quería hacer una biografía sobre mí, así que le dije: “Vale”.
Le comenté que le corregiría cualquier detalle que escapara de la realidad, lo
cual hice, pero que aparte de eso podía escribir lo que quisiera sobre mi
persona. ¡Y eso hizo! Aparte de alguna exageración cómica en algunos fragmentos
es todo verdad, así que
me
pareció bien y pensé que la pieza desaparecería como una de las “obras menores”
de Alan. Obviamente no ocurrió así. Se ha convertido en una grabación de audio,
ha sido interpretada en directo, pronto aparecerá como un libro enorme
ilustrado con fotografías del fotógrafo Mitch Jenkins –que es brillante- e
incluso parece que van a hacer una App con ella. ¿Cómo me tomo yo todo esto?
Bueno, imagino que tiendo a juzgar el comportamiento “normal” de las personas
según lo que yo mismo haría, así que estoy un poco desconcertado con toda la
atención que esta recibiendo. Pero al final esta siendo muy divertido
relacionarme con Mitch y su equipo fotográfico, conocer a los músicos y asistir
a los “shows” en vivo. Y todo esto ha sorprendido mucho a mis amigos y familiares.
PÓM:
Supongo que hay mucho de ironía en una pieza que versa sobre un hombre muy
privado que se convierte en objeto de tanta atención, especialmente en un libro
que trata sobre desapariciones. Hay una parte en “Unearthing” en la que Alan
dice lo que va a ocurrir a continuación y entonces apareces tú y haces eso
mismo. ¿Ocurrió esto en realidad o es solo Alan divirtiéndose?
SM:
¡Por supuesto que ocurrió! Leí el
manuscrito en cuanto lo recibí y sabía que tenía que ir a dar mi paseo diario,
tal y como allí estaba reflejado. Y sí, me entretuve un poco en ese túmulo que
él describe y en efecto estaba lloviendo esa mañana. ¡Lástima que yo no acabé
desapareciendo, como el manuscrito preveía! Pero tienes que recordar que
“Unearthing” era tanto una pieza sobre magia como, hasta cierto punto, una
pieza mágica en si misma. En la que la narrativa y el mundo descrito acababan
fundiéndose. Así que de forma natural yo actué igual que allí estaba descrito,
para hacerlo realidad. Y Alan sabía que lo haría cuando escribió eso, aunque
nunca me comentó lo que tenía pensado hacer.
Aunque
Steve Moore estaba retirado del trabajo, habiendo cumplido los 60 en el 2009,
mantuvo activos un par de proyectos. Continuaba respondiendo su gran cantidad
correspondencia y conservaba sus actividades relacionadas con el “Fortean…”. Había
estado trabajando muy lentamente, y durante bastantes años, junto a Alan Moore
en un libro llamado “The Moon and Serpent Bumper Book of Magic”, un proyecto
que al fin estaba llegando a su culminación. Bajo su propio sello “Somnium
Press” editaba ocasionalmente libretos de 16 o 20 páginas, compuestos en su
mayoría por sus propios cuentos de “Telguuuth”, que antaño también había
proyectado publicar en forma de cómic para 2000 AD.
Y
de repente, en agosto de 2013, una vez más recibí un e-mail suyo en el que me
decía:
“No
estoy seguro del motivo, pero estos últimos días he recordado que la última vez
que estuvimos en contacto expresaste cierto interés en hacerme una entrevista
más extensa, y ahora que me he distanciado un poco de la industria de los
cómics, creo que sería hora de una retrospectiva. Es algo que he postergado.
Nunca tuve problema en hacer entrevistas sobre temas más concretos, como
“Abslom Daak” o “Somnium”, pero la idea de una retrospectiva más general
siempre me ha puesto algo nervioso, porque quisiera evitar situaciones en las
que alguien me preguntara algo como “Tú conoces a Alan Moore mejor que nadie,
así que cuéntanoslo todo sobre él”, etc… Y ese sigue siendo un embrollo en el
que no tengo ganas de participar, pero si tú quieres que discutamos sobre mi
vida y mi carrera, probablemente estaría dispuesto. Asumiendo que sigas
interesado en ello, claro.
Así que si lo
hacemos, preferiría que fuera por e-mail y así tener tiempo para pensar mis
respuestas. También probablemente buscaría alguna pieza, aunque muchos de mis
recuerdos desaparecieron hace mucho tiempo -junto a largas porciones de mi
propia memoria-, pero siempre podemos preparar más preguntas en el caso de que
quieras que hablamos de algo raro que me encuentre. Y dado que es una larga
carrera podríamos hacerlo en varias partes también, pero creo que si ambos lo
enfocamos como algo para realizar cuando tengamos tiempo, en mitad de otras
tareas, creo que podríamos llevarlo a cabo. Dime lo que te parece y, por supuesto,
no estoy creándote ningún compromiso. Si tienes cosas mejores que hacer antes
que esto, no hay problema.
Así pues…
¿Deseaba yo entrevistar al hombre más privado y recluso de los comics
británicos, el cual además, sin yo saberlo, había sido siempre parte de mi
propia vida? Sí, por supuesto que quería. Iniciamos una lenta correspondencia,
comenzando por su vida desde su mismo comienzo en 1949 y acercándonos sin prisa
pero sin pausa hacia la actualidad. Le enviaba un puñado de preguntas que él
después contestaba; y luego volvía a escribirle con preguntas adicionales sobre
sus respuestas, así como nuevas cuestiones para ir avanzando poco a poco, y así
sucesivamente. Lentamente fuimos progresando y añadiendo información, no solo
en la parte que nos ocupara en ese momento sino también en épocas ya cubiertas
a la que él o yo mismo podíamos añadir algo útil que se había quedado en el
tintero. Él a veces sugería preguntas específicas y a veces yo le sugería como
debía responder a una cuestión en partícular, para así llegar a algún detalle
concreto que ambos deseábamos discutir. De todas las entrevistas que he hecho,
probablemente fue el proceso de preparación más satisfactorio en el que jamás
he tomado parte.
Dentro
del velo de los e-mails privados, a veces discutíamos un poco sobre nuestras
propias vidas. Ninguno de los dos estaba sano, cada uno por una razón. Yo tenía
cáncer de próstata, pero aun le quedaban años para alcanzarme. Él sufría
problemas con su estómago y riñones, y tenía que realizarse tomografías
computarizadas con frecuencia, pero a comienzos de este mismo febrero le habían
dicho que todo estaba bajo control y que no necesitaba volver para otra prueba
hasta octubre. Desde luego no había ninguna sensación de “muerte inminente”, y
yo supuse que en pocos meses terminaríamos la parte cronológica de la
entrevista y entraríamos en temas más etéreos, como sus ideas sobre narrativa,
magia y otras cosas. Luego un poco de corrección y tendríamos un documento
listo para ser usado, aunque aun era un misterio que ocurriría con él, o donde
o cuando sería publicado.
Yo
ya había abordado el tema de la muerte con él antes, y tenía intención de
volver a ello hacia el final de la entrevista.
PÓM:
No he podido evitar darme cuenta de que tanto tus padres como tu hermano
murieron a los 60. ¿Te da esto que pensar, ahora que tú mismo has llegado a los
60?
SM:
Sí, por supuesto. Sobre todo ahora que
estoy desarrollando unos pocos problemas médicos típicos de mi edad. Por otro
lado mi abuelo materno vivió hasta los 90, ¡así que aun hay esperanza para mí!
Pero tengo mucho de fatalista, y una noción científica reciente sobre la
naturaleza del tiempo (llamada “eternalismo”) sugiere que el futuro ya existe,
y que el universo podría ser de hecho determinista. A mucha gente no le gusta
esa idea, pero yo la encuentro reconfortante, porque significa que todo ocurre
de la única forma posible que puede ocurrir, nos guste o no. Y aunque eso no
sea cierto, cuando llegue la hora de irse simplemente tendré que irme, así que
en realidad no tiene sentido preocuparse por ello. Soy consciente de que mi
tiempo no es ilimitado, y algunos proyectos no pueden postergarse eternamente.
Quizás eso ha tenido algo que ver en la decisión de hacer esta entrevista.
Mientras
tanto, ambos nos cogimos vacaciones o tuvimos problemas con nuestros
ordenadores y nos distrajeron otras cosas, como suele pasar. A primeros de
marzo, seis meses después de haber empezado y después de haber completado algo
más de 48.000 palabras, habíamos llegado solo hasta “Warrior”. Ya tenía la
longitud de un libro pequeño y la perspectiva de que posiblemente vendrían
otras 48.000 palabras. Acababa de enviarle un último puñado de preguntas para
ordenar y concluir todo lo que necesitaba saber sobre su época en “Warrior”.
Cuando no recibí respuesta le envié otro, y después escribí también a otras
personas, para saber si habían sabido de él. Nadie tenía idea. Uno de ellos
hizo que un miembro de la policía llamara a su casa la noche del jueves 18 de
marzo, y allí le encontraron muerto. No ha habido un anuncio oficial sobre la
causa, pero supongo que será algo relacionado con su corazón o con sus
problemas en los pulmones.
Una
de las últimas cosas que sabemos que Steve Moore tenía entre manos era imprimir
ejemplares de “The Marmoreal Frown of Ahuralura Marrz”, su último cuadernillo
de Somnium Press; y una copia me llegó la mañana del miércoles, justo unas
pocas horas después de enterarme de su muerte. Es difícil no pensar en ello
como un último acto de magia. La última historia de un gran hombre y de un gran
narrador, preparada para llegar justo después de su muerte. Como él mismo dijo
en un contexto diferente: “Puedes darle a
eso el significado que quieras, o quizás era simplemente el universo echándose
unas risas”.
Solo
una vez llegué a ver en persona a Steve Moore, el pasado Noviembre en Londres
cuando acudió sorpresivamente –incluso para él mismo- al evento “An Evening
with Alan Moore”, para celebrar el lanzamiento de la biografía del Moore más
joven, escrita por Lance Parkin. Hay muchos recuerdos de esa noche que atesoro
especialmente, y desde luego conocer a Steve es uno de los más importantes.
Había llegado a imaginar que nos encontraríamos de nuevo en una mis ocasionales
visitas a Londres, pero ya no podrá ser. Y aun me cuesta creerlo.
Él
ya había hecho planes para su funeral –en “Sketches of Shooters Hill”, otro de
sus cuadernillos de Somnium Press, mientras se refiere a un túmulo funerario de
la edad de bronce-, él dice:
Habiendo nacido en
Shooters Hill, cuando muera quiero que mis cenizas sean esparcidas en este
túmulo, a la luz de una hermosa luna llena. Así yo también podría convertirme
en una ofrenda a los dioses y diosas locales, y fundir mi esencia con el suelo
que me vio nacer… justo antes de que todo lo que queda mi presencia física sea
borrada y diseminada, como las hojas de un roble agitadas por el viento.
Ojala
yo pueda estar allí. Aunque solo sea para presentar mis últimos respetos a un
hombre tan maravilloso, generoso y extraordinario como él.